La aventura de coger un taxi adaptado la noche de Fin de año en Barcelona

El 27 de Diciembre recibí un llamado de un amigo, que me invitaba a una fiesta para la noche de fin de año, después de las uvas. Lo primero que pensé fue en cómo resolvía mi movilidad, y por eso, de lo único que estuve seguro fue de que, como no cogería mi coche, iba a necesitar recurrir al transporte público, y que seguramente iba a ser muy complicado conseguir algo para volver, ya que cualquier día ya es difícil encontrar un taxi adaptado sin reservar previamente, y más complicado aún sería en una fecha tan particular. Por eso, al no saber la hora en la que iba a volver a mi casa, si me iba a ir a las cinco o a las siete, decidí que a la vuelta nos tomaríamos el metro con unos amigos.

Tenía también que resolver la forma en la que iba a ir a la fiesta. El 28 por la mañana llamo a la empresa que gestiona los taxis con el ayuntamiento en Barcelona y pido un taxi y me dicen que ya a esa altura, no había disponibilidad. No sé si no trabajarían en esa fecha, o si no tienen o si se les han agotado. Entonces, decido llamar a una emisora de taxis que sólo tiene vehículos adaptados y ellos me contestan que no trabajarán ese día. Llamo a otra que solo tiene algunos vehículos adaptados, y me responden que éstos ya están cogidos, que no les quedan. A esta altura, yo ya me dije que iba a ir en transporte público, en colectivo.

Llega el día de fin de año. Me como las uvas en casa de mis padres y me viene a buscar mi amigo con su novia. Tratamos de coger el nit-bus en la calle Valencia. Esperamos en la parada, y cuando llega el autobús, ¿cual es la sorpresa? El conductor me dice que la rampa no funciona, y que no sube bien, pese a que al salir de las cocheras si iba bien. La silla de ruedas pesa 80 kilos, y yo otros 80. Gracias a la buena voluntad de mi amigo y de otra persona que estaba allí, me suben entre dos personas. Luego, volví finalmente en metro.

Este relato es para dar cuenta de que nuestra ciudad no tiene ni servicios básicos para que los discapacitados puedan tener una vida normal. Los taxistas se quejan de una cosa cuando ellos mismos no cumplen la ley y el Ayuntamiento los apoya. Es increíble.

La normativa europea dice que el 5% de la flota de los vehículos destinados a ser taxis tiene que estar adaptado. Barcelona no lo cumple ni de casualidad y el ayuntamiento no hace nada al respecto.